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¿Cómo afecta el estrés a tu mente?

Merche R. Del Castillo
Actualizado: 13/11/2024 222
¿Cómo afecta el estrés a tu mente?
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Los datos no mienten, cerca del 49% de la población española sufre estrés, lo que supone prácticamente la mitad del país y, según los datos de la Organización Mundial de la Salud, se prevé que aproximadamente para el 2030 la depresión será la primera causa de discapacidad, por delante de enfermedades como el cáncer, el ictus o enfermedades cardiovasculares.

El estrés: una respuesta adaptativa

Todos hemos pasado por momentos de mayor estrés ante un examen, una mudanza, o ante una entrevista de trabajo. Es algo normal, y, de hecho, es una respuesta adaptativa del organismo ante una demanda extra del medio; hasta aquí todo bien.

El estrés crónico y sus efectos en la mente

El problema viene cuando esa demanda se mantiene en el tiempo, situación en la que el cuerpo no puede sostener ese elevado nivel de respuesta. Llegados a este punto, el estrés se agudiza o se cronifica, causando efectos a nivel físico y también afectando a las funciones mentales. Entre estas últimas, podemos encontrar:

  1. Pérdida de memoria: Debido a la alteración hormonal podemos observar pequeñas pérdidas de memoria, ya que se ven afectadas nuestras neuronas, impidiendo que se realicen conexiones nuevas y descendiendo el número de receptores neuronales. Se ha demostrado que, con el estrés crónico, el hipocampo (asociado a la memoria y a las emociones) se va reduciendo poco a poco.
  2. Falta de concentración: Al estar en continuo estado de agitación, a nuestra mente le cuesta centrar la atención en algo concreto; es como una mosca que revolotea todo el tiempo incapaz de posarse a descansar, ni si quiera cuando dormimos, nuestro sistema de alarma activado prácticamente las 24 horas del día. Esto contribuye a la dispersión de la mente y a la absoluta incapacidad de concentrarse.
  3. Indecisión y dificultad para resolver problemas: La mente sometida a estrés se bloquea de tal manera que nuestro neocórtex y especialmente el área prefrontal del cerebro, que es la parte más evolucionada, y en la que tienen lugar las funciones ejecutivas como la toma de decisiones, el razonamiento o la capacidad para resolución de problemas, literalmente se apaga. En su lugar, toma el mando de la nave el sistema límbico, que es el que se activa en situaciones de alerta, aflorando más fácilmente emociones como la ira y el miedo.

Debido a todo esto la persona puede sentirse atrapada, sin salida ante una situación o problema para el que, en otras circunstancias, encontraría una solución efectiva. Cuando somos conscientes de que esto está pasando, deberíamos parar y hacer algo para salir de ahí. Nuestro sistema mente-cuerpo necesita un respiro para volver a recuperar su equilibrio antes de que esto pueda ser irreversible. Pero en general, optamos por aguantar o por ir tirando, nos conformamos con “sobrevivir” en lugar de “VIVIR”.

¿De qué forma puedo manejar el estrés?

Primero de todo es importante que bajes tu ritmo, comenzando por organizar bien tu tiempo. Una buena gestión del tiempo es fundamental para soltar esa sensación de no llegar a nada, de no tener suficientes horas en el día para cumplir con todo.

Otro consejo es que SIMPLIFIQUES tu vida al máximo. Estamos inmersos en el bucle del “hacer” sin parar ni un minuto del día, en constante multitarea. Simplificar significa hacer una sola cosa a la vez, es decir, si estoy comiendo solamente comer, no chatear por el móvil o ver la televisión al mismo tiempo. Simplificar también implica hacer menos, permitirte momentos en que el cuerpo y la mente puedan descansar, eliminar compromisos y actividades que no te aportan mucho, delegar en la medida de lo posible algunas tareas en otros.

Realizar actividad física de forma regular también es un gran desestresor. Cuando activas tu cuerpo con el ejercicio físico segregas endorfinas, hormonas que aumentan el bienestar y reducen la sensación de dolor emocional.

Y, por último, y no por ello menos importante, tomarte un momento cada día para estar a solas contigo, practicar la meditación, por ejemplo. Con cinco minutos al día ya notarías la diferencia, basta un simple ejercicio de respiración y relajación del cuerpo.

Nos olvidamos que nuestro cuerpo no es una máquina, que necesitamos cuidarlo, nos dejamos arrastrar por el ritmo enloquecedor de la vida que llevamos. Pero se puede vivir mejor solamente con tomar conciencia de lo importante que es cuidarnos tanto física como mentalmente y darle prioridad a esto por delante de otras muchas cosas. A veces, un pequeño cambio es suficiente para salir del túnel del estrés; otras veces es necesario un cambio de vida mucho mayor, así que ahora hazte esta pregunta: ¿Cuánto valor le doy a mi vida? Y observa si la respuesta encaja con la realidad que vives.

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