¿Qué es la autoestima y cómo se relaciona con el autoconocimiento?

La autoestima es el valor y el aprecio que tenemos por nosotros mismos. Esto está directamente relacionado con el autoconcepto y este con el autoconocimiento. La primera pregunta aquí sería: ¿Quién soy yo? Puede parecer algo sencillo de responder, pero si realmente profundizamos en quién somos de verdad no resulta tan fácil.

Muchas personas no tienen una buena autoestima porque no se conocen en absoluto, y con esto nos referimos a no solo cuáles son mis aficiones o mis habilidades y mis gustos, sino también a cuáles son mis creencias, mis valores, mis dones y mis sombras, entre otras cuestiones más profundas. Cuanto mejor conocimiento tenga acerca de quién soy y qué valores me definen mayor capacidad tendrá para poder desarrollar una buena autoestima; en cambio, si no me conozco, difícilmente voy a saber valorarme.

La infancia como base para construir la autoestima

La autoestima se adquiere en la primera infancia. Una buena autoestima es fundamental para un sano desarrollo y un eficaz aprendizaje. Los padres o tutores son el primer espejo en el que nos miramos; si lo que nos devuelven es amor, reconocimiento y validación, creceremos sintiéndonos seguros, considerándonos completamente valiosos. Si por el contrario, nos devuelven crítica, comparación y reproches, entonces sentiremos que no somos lo suficientemente buenos y pasaremos la vida esforzándonos en intentar demostrar a los demás aquello que nosotros mismos no llegamos a creer.

De todas formas, no se trata de elogiar a los niños por lo bien que lo hacen, lo buenos que son; ojo con esto, porque también conlleva un peligro: el niño puede volverse adicto a los elogios y frustrarse si no los recibe, con lo cual estaríamos provocando el efecto opuesto, es decir, un niño con una baja autoestima y gran inseguridad, necesitado todo el tiempo de la aprobación y el reconocimiento externo.

¿Cómo cultivar una autoestima sana?

Cuando hablamos de cultivar una autoestima sana nos referimos a hacerles sentir que son importantes, escuchándolos de verdad cuando nos hablan, atendiendo y validando sus emociones, dándoles amor incondicional.

De adultos también podemos trabajar y desarrollar una buena autoestima, aunque hayamos crecido en un entorno en el que no fuimos del todo vistos y valorados, y para ello, lo primero es tomar conciencia de cómo nos relacionamos con nosotros mismos.

 Podemos ser nuestro peor enemigo o nuestro mejor aliado, cada uno elige. Así que para una sana y fructífera relación con nosotros mismos hemos de comenzar con soltar el juicio y la autocrítica, lo que no quiere decir que nos volvamos permisivos y justifiquemos cualquier error que cometamos, sino más bien que cuando falle voy a darme cuenta del error, aprender de él y seguir adelante sin machacarme. También significa aceptar mis emociones, sean las que sean, porque todas ellas son necesarias y traen información valiosa, y significa enfocarse en lo positivo y celebrar mis logros; en definitiva, significa tener una relación amorosa conmigo mismo.

La relación contigo mismo: el inicio de todo

Somos la única persona con la que convivimos durante toda nuestra vida. Piensa en esto por un instante: ¿cómo pretendes tener buenas relaciones con los otros si tu relación contigo mismo no es buena? 

Para arreglar el mundo, hay que empezar por nuestra propia casa, así que nunca es tarde para desarrollar una sana y feliz relación con nosotros mismos.